La imagen, en su sentido más amplio, no sólo su forma icónica sino como formadora del imaginario es el nuevo contexto que hace que tengamos que pensar en los menores como consumidores y aprendices, y como constructores de significados. En definitiva, la necesidad de una alfabetización digital se debe a una realidad eminentemente visual. Internet, la televisión y los videojuegos alimentan la mirada de los jóvenes que tienen en estos medios una fuente de ocio, información y por supuesto de enseñanza, influyendo por tanto en la construcción de su realidad.
La alfabetización visual es un requisito para la compresión de los medios visuales que aunque lo habitual es adquirirla mediante experiencia, esta alfabetización va a promover las capacidades cognitivas generales del niño.
Estamos ante la llamada generación Net, la educación que requiere la infancia para enfrentarse con autonomía a las imágenes que le transmiten las nuevas tecnologías posee la peculiaridad de que son los propios adultos los que se están viendo obligados a aprender sobre la marcha. Por lo tanto, las diferentes generaciones están aprendiendo juntas a incorporarse a la sociedad del conocimiento.
La alfabetización visual se ha definido como la capacidad de comprender y utilizar imágenes, a la vez que pensar y aprender a través de ellas.
Para los especialistas de la UNESCO los 4 pilares para la educación del 3º milenio son:
- Aprender a aprender.
- Aprender a conocer.
- Aprender a hacer.
- Aprender a comprender al otro.
Variables que implican un aprendizaje observacional, de los estímulos visuales del entorno.
Si consideramos esta nueva era de la imagen, necesitamos añadir la alfabetización visual a las medidas técnicas de protección, que aún tienen una eficacia limitada, para poder sacar partido positivo ya desde la infancia. El tiempo de ocio será además de desarrollo intelectual, siempre y cuando, el menor posea la capacidad crítica para seleccionar y disfrutar con aquellas imágenes y entornos que estimulen su creatividad.